
El tahúr o El tramposo del as de diamantes (en francés, Le
Tricheur à l'as de carreau) es una de las pinturas más conocidas del pintor
francés Georges de La Tour. Está realizada al óleo sobre lienzo y mide 106 cm de alto por 146 cm de ancho.
Se considera
que debió ejecutarse alrededor de 1635 y se exhibe actualmente en el Museo del Louvre de París (Francia), que lo
adquirió en 1972.
De la Tour adaptó los modelos del naturalismo tenebrista impuestos por Caravaggio en Roma unas décadas antes. El francés tomó del italiano el gusto por los personajes de los bajos fondos, el contraste de luz y sombra, los marcos ajustados a la escena, etc. En este cuadro encontramos las inequívocas referencias a los Jugadores de Cartas de Caravaggio, que encontraron amplio eco entre los pintores del momento, como Terbbrughen, Valentin de Boulogne y el propio De la Tour.
De la Tour adaptó los modelos del naturalismo tenebrista impuestos por Caravaggio en Roma unas décadas antes. El francés tomó del italiano el gusto por los personajes de los bajos fondos, el contraste de luz y sombra, los marcos ajustados a la escena, etc. En este cuadro encontramos las inequívocas referencias a los Jugadores de Cartas de Caravaggio, que encontraron amplio eco entre los pintores del momento, como Terbbrughen, Valentin de Boulogne y el propio De la Tour.
En general, se contempla a este tahúr como una ilustración
de la parábola del hijo pródigo en la etapa en la que éste disipa su herencia
con las mujeres, el vino y el juego. Las personas sentadas en la mesa se comunican con guiños y
señales discretas. Se están jugando una gran suma de dinero, como lo atestiguan
las monedas de oro depositadas sobre el tapete. Hay dinero desparramado
delante del joven ricamente ataviado. Su
rival, por el contrario, protege precavido sus reservas de dinero con el codo e
intenta introducir una carta en el juego sin ser visto: el as de diamantes.
El fondo oscuro no ofrece ninguna información sobre el lugar
donde se desarrolla la partida. No sabemos si se trata de un salón, una taberna
o un burdel. De entre todos ellos destaca el joven ricamente vestido, a
quien no le espera el amor en esta partida sino la perdida de su dinero, la
mofa y el escarnio. En este reducido espacio, cuatro manos colaboran para buscar
la ruina al acicalado joven. La blanca y cuidada mano de la dama, da la señal
para que entre en juego el as de diamantes. Va adornada con perlas y posee el
encanto femenino que ha seducido al joven y lo ha llevado hasta la mesa del
juego.
Georges de la Tour pintó la mayoría de sus lienzos al estilo barroco,
caracterizado por sus escenas religiosas y cortesanas. Fuertemente
influenciado por Caravaggio, pintó numerosas estampas nocturnas
iluminadas por la luz de las velas, dando cierto efecto tenebroso a sus
escenarios (El tahúr es una de sus obras más luminosas). Durante su
época más productiva, a De la Tour le fascinaba el juego y algunas de
sus prácticas más picarescas. Fue durante este periodo cuando pintó una versión prácticamente idéntica: “El
Tahúr del as de bastos”. Adicionalmente, De la Tour pintó al menos otros tres lienzos sobre el
tema del juego: “Los jugadores de cartas”, “La negación de San Pedro” y
“Los jugadores de dados”.
La singularidad del cuadro radica, entre otros motivos, por la representación de las mujeres
jugando a las cartas, aparentemente con total aceptación. Muchos cuadros
del Siglo XVII confirman que a las mujeres el juego no les estaba
vetado, bien fuera entre ellas o bien con hombres. Sin embargo, el tema
central es la trampa. El “As” fue quitado de la baraja para introducirlo
en el momento oportuno y esta trampa se conoce como la de las cartas
sucias. Según la fecha de este lienzo, 1635, es una de las
representaciones artísticas más antiguas del engaño en las cartas.
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